En este post comentaremos como realizar una ruta por el centro histórico de Girona para terminar en algún restaurante de cocina tradicional catalana.
Cada visitante puede seleccionar la combinación más adecuada entre el espacio al aire libre de las calles y los museos, iglesias y catedral.
Entre los primeros destacan las Casas del Onyar, el Call o barrio judío, la Catedral, el Ex Colegiata de Sant Feliu, los Baños árabes, el Monasterio de Sant Pere de Galligants, el Paseo Arqueológico, la Universidad de Girona, el Paseo de la Muralla, o la Rambla de la Libertad.
El paseo de los free tours que hay en Girona suele comenzar por el Pont de Pedra, uno de los principales puentes de la ciudad sobre el río Onyar. Desde el Pont de Pedra empiezan las Ramblas de Girona, en las que hay cafeterías y terrazas.
Hacia el final, debajo de los arcos, justo en el techo; descubriréis un mapa de París. En ese punto de la ciudad había, hace tiempo, una tienda con productos de París, que no tenía el éxito que esperaba porque los habitantes de Girona no sabían nada de los encantos de la capital francesa. Por eso, pintaron un mapa de la ciudad para que la gente aprendiera un poco más sobre París y se interesara por la tienda. Hoy, en el lugar de la tienda original hay otros negocios. En las mismas Ramblas, observaréis que en las esquinas de los arcos hay pequeñas estatuas de aspecto fabulístico. Y de la Rambla más francesa pasamos a la plaza más pequeña del mundo: la Plaça del Raïms, a la que se accede desde el carrer de la farmacia, en el que también encontraréis un gran agujero en una de las fachadas.
Toda esta parte del casco antiguo está llena de calles con nombres de gremios y profesiones.
Merece la pena dar un paseo por la Plaça del Vi, Carrer de les Ferreries Velles, Carrer dels Mercaders… Todas ellas peatonales y coquetas. Pero volviendo a nuestra ruta, nuestra próxima parada son las escaleras de la iglesia de Sant Martí, en la Pujada de Sant Martí, un lugar encantador que cobra vida durante la exposición al aire libre de Girona Temps de Flors, en la que la iglesia abre al público y las escaleras se convierten en una gran alfombra floral, como prácticamente todas las calles de la ciudad. Temps de Flors se realiza cada año durante
el mes de mayo y es una de las mejores fechas para visitar Girona si no os asustan las
multitudes. Llegamos al Carrer de la Força y entramos en la Judería (barri del Call Jueu), uno de las mejores conservadas de Occidente. El barrio judío coincide con la ciudad romana antigua de Girona.
Cuando la ciudad se expandió, la gente prefirió vivir en las nuevas viviendas alrededor del casco antiguo, por lo que las casas quedaron vacías y allí se instalaron los judíos. Hoy día, pocos judíos viven en la judería de Girona, pero quedan aún buenas pruebas de la historia de la ciudad en las fachadas y en los dichos populares actuales.
Junto a la Catedral, están los Baños Árabes que, en realidad son de estilo románico,
construidos en el siglo XII cuando los baños árabes estaban de moda. Pueden visitarse en el
interior y, aunque son pequeños, la visita resulta interesante para conocer más de cerca una
de las tradiciones más milenarias de la ciudad. Desde la terraza de los baños árabes hay
buenas vistas a la Catedral de Girona y a San Felix, que también puede visitarse. Hay que pagar entrada pero es barato.
Continuamos por la Pujada de Sant Feliu y el Carrer de les Ballesteries para acercarnos al río Onyar, una de las imágenes más típicas de Girona. Para cruzar al otro lado del río hay varios puentes que merece la pena atravesar. El más popular es el Pont de Ferro (de hierro), diseñado por el mismísimo Gustave Eiffel – realmente, las coincidencias entre Girona y París son bastantes… Otro de los puentes encantadores es el de la Princesa, cada vez más lleno de candados que sellan amores al más puro estilo «Pont des Ars» parisino.
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