Son varias las causas por las que el GLP se está popularizando tanto en la actualidad, pues se ha convertido en una alternativa muy válida a los combustibles tradicionales, que actualmente están siendo muy perseguidos a nivel fiscal y legislativo.El precio. Uno de los mayores atractivos es su menor coste, pues suele costar alrededor de un 45% menos que la gasolina (actualmente ronda los 0,70 €/kg/l).El repostaje. La operación de llenado del depósito no es muy distinta a la de un vehículo con gasolina o diésel. La mayor diferencia es que debe atornillarse un adaptador a la toma de llenado del depósito para poder así fijar a presión la manguera, asegurando su estanqueidad.
La contaminación. Un vehículo que utiliza GLP emite un 15% menos de dióxido de carbono (CO2) que un coche de gasolina y alrededor de un 80% menos de óxidos de nitrógeno que un diésel. Además, también expulsa menos partículas que los vehículos propulsados por combustibles tradicionales. A consecuencia de ello, dispone de la etiqueta ECO de la DGT, con los beneficios derivados que ello conlleva.La instalación. Los vehículos capacitados para circular con GLP cuentan con el motor, inyectores y depósito tradicionales de cualquier vehículo de gasolina (EURO 3 en adelante), pero con la incorporación de un sistema adicional de inyectores, toma de llenado, vaporizador, red de tuberías, unidad electrónica de control, conmutador y depósito para el uso de gas. En la práctica. el usuario puede elegir con cuál circular, teniendo la opción de combinar la autonomía de ambos combustibles para extender así la misma. Generalmente, el depósito de GLP sustituye a la rueda de repuesto, pues utiliza el hueco destinado a la misma para no restar así capacidad de carga. De ese modo, los vehículos a GLP son bi-fuel. El sobrecoste suele partir de los 1000 euros en función de la calidad y la integración de la instalación. Esta no es posible en vehículos diésel.La limpieza del motor. Un propulsor que consume GLP habitualmente sufre un deterioro muy inferior a otro que utiliza gasolina, pues el gas licuado de petróleo deja una cantidad notablemente inferior de residuos en el mismo. Un modo muy sencillo de comprobarlo es a través de la varilla del aceite, pues éste mantiene su color original durante miles de kilómetros como si estuviera recién cambiado.
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La potencia. El GLP tiene un rendimiento energético inferior, por lo que el motor puede arrojar entre un 5 y un 10% menos de potencia que cuando utiliza gasolina. En cierto modo es como conectar el aire acondicionado al coche, algo que en función de la capacidad del coche y el trayecto que se esté realizado, puede llegar a notarse.El consumo. Cuando circula con GLP, el vehículo en cuestión consume un 5/10% más por la misma razón por la que no genera tanta potencia como podría con gasolina. Eso hace que el motor necesite más trabajo, incrementando la demanda de combustible. La ventaja es que, al ser un carburante mucho más barato, sigue compensando.
Instalación de calidad. En todos los ámbitos es algo que debería preocuparnos, pero en el caso de un sistema de GLP es de vital importancia que sea de calidad, tanto si viene de fábrica como si lo hemos incorporado posteriormente. De ello dependerá su longevidad y que evitemos problemas de calibración, presión o resecado de las válvulas o de los asientos de las mismas. Este último punto es vital, pues el GLP es un combustible seco sin aditivos y, a consecuencia de ello, la lubricación no es tan eficiente, por lo que el motor debe contar con válvulas reforzadas.Dependencia de la gasolina. Aunque decidamos utilizar GLP de manera permanente, siempre deberemos contar con cierta cantidad de gasolina en su correspondiente depósito, pues el arranque siempre se realiza con este combustible y, mientras el motor no alcance una temperatura aproximada de 40ºC, el sistema no pasará a GLP ante la imposibilidad de que el evaporizador gasifique correctamente.
El gas licuado de petróleo es actualmente el combustible alternativo más utilizado en el mundo y, poco a poco, comienza a ganar terreno frente a los carburantes tradicionales: la gasolina y el diésel. Aunque su penetración en el mercado es aún muy inferior a la de estos dos tipos de vehículos, cuenta con determinadas ventajas que han propiciado la proliferación de modelos compatibles en el mercado, así como estaciones de servicio que lo suministran.